En 1911, el trabajo manufacturero en las industrias textiles estadounidenses era realizado en su mayor parte por mujeres jóvenes, la mayor parte de ellas inmigrantes o pertenecientes a las comunidades italoamericanas o judías. Era una época de grandes reivindicaciones por parte de las mujeres, que empezaban a exigir derechos como la emancipación o el sufragio, y evidentemente, también mejores condiciones laborales, que en aquella época eran simplemente atroces.
Edificio Brown, antigua fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York.
Aquel 25 de marzo de 1911 las trabajadoras de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist estaban encerradas trabajando en la factoría. Encerradas porque, como medida de presión hacia las trabajadoras, los propietarios, unos sujetos llamados Max Blanck e Isaac Harris, cerraban todas las puertas de la fábrica con el obtuso objetivo de impedir que las trabajadoras se ausentaran o tuvieran cualquier comunicación con el exterior durante la jornada laboral.
Y entonces fue cuando ¡oh, sorpresa! se desató un incendio del que las autoridades nunca supieron determinar con exactitud su origen. El lector podrá imaginar que, en una fábrica de tejidos donde las medidas de seguridad y prevención brillaban por su ausencia, el fuego se extendió imparable, quemando y asfixiando a las trabajadoras, a excepción de las infelices que, para huir de las llamas, se arrojaron por las ventanas de los pisos superiores del edificio.
Esta tragedia, una de las mayores catástrofes industriales de la historia de los Estados Unidos, se saldó sin culpables penales, a pesar de las 146 mujeres fallecidas. Tras unas indemnizaciones irrisorias y tras cobrar una suculenta suma del seguro, los propietarios volvieron a sus asuntos. Uno de ellos fue detenido dos años más tarde por seguir encerrando a sus trabajadores con llave durante la jornada laboral. En los Estados Unidos, sin embargo, la conmoción de tantas mujeres muertas favoreció la aprobación de una legislación que humanizara un poco las condiciones laborales en las fábricas.
Desde entonces, el incendio de la fábrica de camisas es rememorado en la celebración del Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo, como recuerdo de lo mucho que se ha conseguido desde entonces y del largo camino que aún deben recorrer las mujeres para alcanzar la plena igualdad.
